Desde balcones, acantilados o edificios elevados, el pensamiento se hace presente: sentimos la necesidad de saltar al vacío. Aquí te explicamos por qué.
Nos ha pasado. Al estar en un edificio con muchos pisos, la tentación de mirar hacia abajo es casi inescapable. Los coches se vuelven diminutos, y las personas parecen hormiguitas caminando por la calle. Aunque parezca una ridiculez, y no tengas la más mínima intención de hacerlo, saltar al vacío pasa por tu cabeza.
Esto no es una casualidad. De hecho, a pesar de que es un pensamiento que atenta contra la vida de las personas, se trata de un mecanismo de defensa del cerebro. Sucede especialmente cuando estamos en alturas elevadas, en las que sí hay una posibilidad real de que nos caigamos —y no vivamos para contarlo. Aquí te explicamos cómo funciona.
El sentimiento de querer saltar al vacío es tan común, que los franceses le llaman coloquialmente l’appel du void. En español se puede traducir como ‘el llamado del vacío’. A nivel científico, sin embargo, se le cataloga como “el fenómeno de los lugares altos”, según explica Live Science.
Generalmente, explica el medio, se presenta en personas que padecen de cierto grado de ansiedad:
Aunque parezca contradictorio, un estudio publicado recientemente en BMC Psychiatryreveló que no existe una relación real entre un intento suicida y la idea transitoria de saltar al vacío. Por el contrario, en la mayor parte de los casos, esto es producto de los “pensamientos intrusivos”.
Generalmente, son ideas agresivas que llevan a las personas a pensar en escenarios catastróficos, en los que requieran de un gran nivel de adrenalina para sobrevivir. La mayor parte de las veces, además, estas expectativas negativas no se cumplen. Por ello, concluyen los autores, “interprete tales experiencias como una expresión de un deseo de muerte oculto“.