PRESENTACION DE “QUE TIEMPOS AQUELLOS”. /1 03 20)Por Arturo Meza Osuna. (Crónica social)

PRESENTACION DE “QUE TIEMPOS AQUELLOS” (Crónica Social). Por Arturo Meza O.

El día 28 de febrero se presentó el libro de Víctor Octavio García, una colección de textos que ya se habían publicado en las diferentes fuentes donde colabora el periodista, otros textos, fueron hechos exprofeso para esta obra. Son una serie de escritos diferentes a las “Crónica de cacería” que tan buena aceptación tuvieron en el público lector, en ésta ocasión, “Que tiempos aquellos” es una recopilación de relatos cortos, narraciones breves a manera de cuentos con ese lenguaje simple, llano y elegante que han caracterizado los artículos de Víctor Octavio.

En esta obra, el autor hace un alarde de memoria, evoca los pueblos de su infancia, sus correrías escolares, su paraíso perdido entre Caduaño y Miraflores, las rancherías del sur peninsular, los personajes memorables y los antiguos oficios que se han perdido en el tiempo. Textos que huelen a huertas de mangos y yerbelmanso. Es, también –bajita la mano – una recriminación a la dejadez, la pobreza de espíritu y la indolencia por el abandono de la tierra, la invasión turística y el peligro de llegar a ser extranjeros en tierra propia.

La presentación la hizo Isidro Jordán acompañado por la maestra Elizabeth Acosta y Luis Domínguez Bareño, fue toda una revelación, aparte de la clásica biografía del autor, Jordán, leyó una magnífica pieza oratoria describiendo las características de la obra y las cualidades literarias de Víctor Octavio. Jordán -que se dio tiempo para leer la obra- logró emocionar al escritor con una disertación adecuada al momento, con guiños bromistas de pronto y largas parrafadas de una prosa refinada, rítmica y bien expresada.

A manera de crónica de sociales, se puede decir que, la presentación estuvo abarrotada de la clase política de todos los signos. Llama la atención la capacidad de Víctor Octavio para convocar a tan variada concurrencia.

Llegando-llegando al salón ubicado en Los Olivos, esperé al Ing. Eligio Soto que buscaba estacionamiento, entramos juntos, a los primeros que encontramos y saludamos fueron a los cachanías Marcos Núñez y German Montoya, no se hicieron esperar los chascarrillos cachanienses mientras escuchábamos los abrazos tronados y saludos de manos del gentío que se formó a la entrada del salón. Enseguida localizo al Armando Higuera con quien me asesoro para identificar a los personajes que empiezan a desfilar como en pasarela. Allá en el fondo, el autor firmaba ejemplares de “Que tiempos aquellos” y un aroma a carne con yerbas de olor invadía, prometedor, el recinto. Vimos desfilar en primer plano a Juan Alberto Valdivia, al Negro Montaño que tomaron asiento desde muy temprano. Las mujeres no se quedan atrás, guapa y elegante Anita Beltrán hace acto de presencia, posteriormente es la atractiva Maribel Collins y Alejandra Obregón que, como buena periodista, se sentó en primera fila y no perdió detalle.

El Profe Gajón de la Toba, compañero de aventuras cinegéticas del escritor llega acompañado de Jaime García, amigo de la infancia de Víctor Octavio. A duras penas, con andadera y un pie en proceso de curación encontramos a Jesús Chávez que saluda a todo mundo y es auxiliado a movilizarse por Pedro Mazón. De pronto hace su entrada el profesor Víctor Castro Cosío que recorre el salón saludo tras saludo y hasta hace fila para adquirir el libro y la firma del escritor. Casi al mismo tiempo llega Ricardo Barroso que como buen priista no puede abandonar la buena costumbre del abrazo bien tronado. No faltaron Antonio B. Manríquez Guluarte que fue ampliamente saludado, ni David de la Paz que llegó tarde pero llegó, ni René Holmos, ni Alfredo Cervantes y su sombrero de cuero.

Francisco Daniel “El pequeño demonio”, hijo menor de Víctor Octavio es quien dirige el evento y quien da lugar a los presentadores. Cuando llega el turno del autor, inicia con la manida amenaza de “seré breve” enseguida pasa a relatarnos las dificultades para llegar a cristalizar la edición de su segundo libro, aunque se ve satisfecho y orondo con tantos amigos que lo acompañan. Termina con una alocución de fuerte de reclamo a los gobernantes que han permitido la invasión del sur peninsular a los grandes capitales sin frenos, sin reglas; la edificación de megaproyectos depredadores, la venta de la tierra, el desarrollo y crecimiento de mala calidad que ha empobrecido cultural, social y económicamente al sudcaliforniano.

Luego vino la sesión de preguntas y comentarios del público. Además de las múltiples participaciones para felicitar al periodista por su más reciente obra, Alfonso Gavito toma la palabra para interrogar a Rosario –esposa de Víctor Octavio- a propósito de un texto de “Qué tiempos aquellos” donde narra el autor, que en tiempos juveniles, recibió una oferta muy tentadora para ir a pescar centollas a los mares de Alaska – ¿Cómo lo convenciste para quedarse? Rosario no suelta prenda. Siguieron una serie de intervenciones, incluso algunas propuestas interesantes y bien aceptadas para que textos como los de Víctor Octavio que consagran la identidad sudcaliforniana, debieran incorporarse como material de lectura en los planes escolares.

Este ambiente acendrado de conspiración sudcaliforniana solo cedió cuando sonó la invitación –de parte de la familia de Víctor Octavio- a degustar una exquisita tatema, acompañada de frijolitos, sopa fría y agua de horchata. Se formó la chorcha y todos mezclados, entre bocado y bocado se contaban desde la más reciente intriga palaciega, los sesgos y preferencias de la sucesión, las disquisiciones espirituales de los más notables chapulines hasta las maquinaciones más maquiavélica de la siempre bien ponderada clase política sudcaliforniana.

¡échese este trompo a la uña!

 

 

 

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