A H O R A !
Luis M. Dibene Geraldo
- CONTINUANDO Y CERRANDO EL TEMA DE ANIBAL ÁNGULO COSÍO, QUE ADEMÁS DE PINTOR Y FOTÓGRAFO, RESULTÓ UN VALIOSO ESCRITOR.
- “Lo vamos a internar el día de hoy”. Fue un maratón interminable: análisis, radiografías, entrevistas, todo el mismo día…”
Recordemos selectos lectores que en mi anterior entrega escribí parte de un tema muy peculiar de un colega artista de la lente y del pincel, sudcaliforniano de pura cepa, que a muchos nos sorprendió y recordó que él además escribía públicamente temas literarios, de historia narrativa, de magnífico relato, que cuando le leímos despertó en mí y en varias personas más el reconocimiento y una invasión de sentir un episodio tan terrible pero sinceramente humano, de este su autor, comentándolo de nuestra parte por Facebbok. En esa ocasión coloque algunos fragmentos referenciales, que por cuestión de espacio lo continúo ahora. El cierre de su anterior el relato decía: “El trato de los cardiólogos, debo de reconocer, fue cordial y muy profesional…”. Y ahora pues lo continúo con unos cuantos fragmentos más significativos de este tema muy humano de cardiología y así concluir este trabajo de reconocimiento.
“…fue cordial y muy profesional a diferencia de la gorda del mostrador. “Estudio gammagráfico de perfusión miocárdica bajo prueba de esfuerzo tipo bruce con datos compatibles con secuela de I.M no transmural de la región inferolateral basal del V.I. con izquemia residual leve a moderada local. isquemia a distancia anterolarteral leve…concluía el examen de medicina nuclear que días antes me había realizado en Médica Sur, pagándolos yo, por supuesto, porque en el 20 de noviembre dijeron: “sólo hay material para los enfermos internados” Lo leyeron cuidadosamente hicieron las mismas preguntas que ya había respondido infinidad de veces, ¿Qué sintió? ¿Cuándo le dio? ¿Qué ha tomado? ¿Duele? ¿Tiene antecedentes en la familia? La conclusión de los doctores, aunque ya me había preparado con meses de anticipación para escucharla, me cayó como vaso de agua fría: -“lo vamos a
internar el día de hoy”. Fue un maratón interminable: análisis, radiografías, entrevistas, todo el mismo día, yendo y viniendo por todo el hospital, hasta que finalmente dijeron: -Baje al sótano, a las cinco lo van a subir a “cardio” -¿Angulo? cama 2010. Los cuartos son una especie de celdas donde caben con esfuerzo dos camas separadas por una delgada cortina deslizable. Si hubiera querido, con sólo mover un brazo le hubiera picado los ojos a mi compañero de cuarto: Don Ricardo.
* “PREVIAMENTE OTRA ENFERMERA ME HABÍA DEJADO EL BRAZO COMO QUESO GRUYERE” (SUERO).
La silla donde dormía mi esposa Margarita parecía asiento de pesero, le faltaba un brazo y un resorte amenazaba con perforarle una nalga cada noche. En un principio insistí en que no se quedara a dormir en esa posición tan incómoda, pero desistí después de que una enfermera llegara con un sobrecito blanco con varias pastillas en el fondo – tómese esto- y lo pusiera sobre la mesa de la comida, y saliera con la misma, sin preguntar siquiera ¿tiene agua? ¿vaso? o cualquier otra cosa amable.
Previamente otra enfermera me había dejado el brazo como queso gruyere intentando ponerme un suero, finalmente se dio por vencida y pidió ayuda a otra compañera ésta le respondió con una mirada de reojo que claramente se podía interpretar como “quítate pendeja” y a la primera me ensartó el suero, que no me quitaron hasta minutos antes de darme de alta. La colocación del suero fue lo de menos, el problema estaba cuando quería ir al baño -con el suero dan ganas de orinar a cada rato-. Las ruedas del brazo metálico que sostiene la bolsa en alto estaban inmovilizadas, sin girar, y el primer día, al jalarlo, el suero se salió y me cayó en la cabeza. La otra opción era usar un cacharro que no sé por qué le llaman “pato” y es lo más incómodo del mundo. En cualesquiera de las dos opciones la sensación es la de ser un inválido, incapaz de valerse por sí mismo. Don Ricardo, que no se aguantaba las ganas de saber quién era el recién llegado, aprovechó un momento en que mi esposa salió a cambiar los boletos de avión, y su hija que lo cuidaba durante el día, también lo dejó solo para preguntarme santo y seña. Así yo también me enteré que los tubos que tenía en la nariz eran de oxígeno, porque sólo le funcionaba el treinta por ciento del corazón, que ya le habían colocado un aparato para regularle la circulación, que lo habían operado hace años para puentearle tres arterias, que su hija se iba a casar en las Vegas dentro de unos días y que le iba a comprar unas medicinas que sólo vendían en el otro lado.
Al poco rato regresaron al cuarto a don Ricardo -Me hicieron la mitad del estudio, mañana hacen la otra mitad-.Don Ricardo estaba a punto de desayunar cuando otro camillero llegó. -¿Usted es Ricardo Martínez? Tengo orden de bajarlo a medicina nuclear-Me acaban de subir, me toca hasta mañana.
“-No sé…yo tengo orden de bajarlo. Poco faltó para que el ISSSTE se ahorrara mucho dinero con él.
* “…LOS NERVIOS Y LA ESPERA HICIERON QUE EMPEZARA A SENTIR LIGEROS DESEOS DE ORINAR”.
A la mañana siguiente una enfermera entró como torbellino y sin decir agua va me levantó la sábana y un aire frío me envolvió de pies a cabeza-A la una lo van a subir a hemodinamia ¿ya lo rasuraron? Ingenuamente pensé que se refería a mi rostro. Pero no. Se refería a una parte que normalmente no se anda uno rasurando todos los días…” “…Desde la puerta el camillero gritó ¿Angulo Aníbal? ¿cama 2010? ¿ya se bañó? ¿no desayunó verdad? Súbase con cuidado a la camilla. Mi esposa sólo alcanzó a apretarme la mano y susurró algo que no alcancé a escuchar. Me veía como a una res que llevan al matadero. El tiempo que transcurrió desde la salida del cuarto hasta cruzar la puerta de hemodinamia me pareció infinito. Sólo veía las luminarias del techo pasar sobre mi cabeza, el camillero saludaba a todos y bromeaba con las policías que custodian las entadas a los pisos. Con un extremo de la camilla abrió las puertas abatibles y me estacionó junto a una pared, aunque iba bien cubierto con una frazada pude sentir el frío de la pared. “Las máquinas son muy sensibles, se calientan mucho y dejan de funcionar, ya nos ha pasado, y por eso es necesario mantener una temperatura muy baja, míreme a mí”. “…Los nervios y la espera hicieron que empezara a sentir ligeros deseos de orinar. la enfermera se jaló la manga del suéter que sobresalía debajo de su uniforme. A partir de ese momento el trato cambió radicalmente, había una sorprendente atmósfera de trabajo y armonía en el equipo de médicos y auxiliares, se comunicaban entre sí como piezas de un engranaje, en las que cada uno sabía qué hacer y lo hacía con agrado.” “…Como un nuevo Hamlet me preguntaba: “orinar o no orinar, he ahí el dilema” Y luego pensaba en los posibles encabezados amarillistas de los periódicos de La Paz: “Pintor emérito muere por no orinar” Las ganas aumentaban y los médicos no tenían para cuándo terminar. ¿Qué era mejor, un pintor honorable muerto o uno mion…pero vivo?. La voz enérgica del doctor ¡Agreguen más solución…rápido la presión está muy alta! interrumpió mis dudas filosóficas. Un calorcito húmedo, maravillosamente placentero, empezó a subir por mi espalda y un sólo pensamiento ocupo mi mente: ¡que sea sangre!…” Fin.
* VAN COMENTARIOS CAPTADOS DE MI PARTE ANTE ESTA NARRATIVA COLOQUIAL DE ANIBAL.
L.M.D.G.- Hola Aníbal, No sabía de este tremendo episodio de salud que tú convertiste en literario, con realidades jocosas en ese tu estilo narrativo y de valiente demostración no sólo por los hechos sino de publicar esos terribles momentos y…días. Caramba, el que trae el ARTE en las venas y el alma, lo demuestra cómo tú en Pintura, en fotografía, y en el arte literario, ah, creo que también escultura combinada. Tus reconocimientos públicos muy merecidos, por eso y más…Un abrazo. Mónica M.. Pintor?, También escritor? Me encantó el relato de tu paciente amiga, cuantas cosas pasan, piensan y sienten, a veces los médicos no piensan en eso.! Todo un escritor! Recupérese pronto!…Ahora!